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Monumentos de Toledo (III): El Hospital Tavera

La entrada de hoy pertenece, al igual que todas las entradas de la sección Monumentos de Toledo, a un proyecto de tesis que realicé durante mi quinto año en la licenciatura en Documentación. Quizás sea uno de los monumentos de Toledo que más va conmigo, ya que, como leeréis más abajo, tiene que ver con el mundo de los archivos y bibliotecas. 

El Hospital Tavera, dedicado a San Juan Bautista y fundado por Don Juan Pardo de Tavera, arzobispo de Toledo, se conocía popularmente como Hospital de Afuera, por ubicarse a extramuros.

Vista de la fachada principal del Hospital Tavera de Toledo.
Fuente: Rodríguez Campos, A.
Su importancia en la configuración de la ciudad determinará que El Greco, cuando en 1610 pinte su Vista de Toledo, lo presente en primer plano, con la fachada frente al espectador (en realidad mira a Toledo) y sobre una nube, convirtiéndolo en uno de los símbolos de ciudad imperial.

Su fundador pretendía solucionar la situación sanitaria de la ciudad y emular al Hospital de Santa Cruz, al tiempo que se proveía de una Capilla funeraria.

El establecimiento estaba dedicado a acoger hombres y mujeres, atendidos por dos médicos, tres cirujanos, un barbero, un farmacéutico y dos jefes de enfermeros, a los que se añadían nueve sacerdotes y un sacristán, que atendían su salud espiritual.

El hospital es un edificio de planta rectangular ordenado en torno a un doble patio. A la fachada principal se abren las dependencias palaciegas, reservadas a los patronos de la institución, y las administrativas. El ala derecha aloja los fondos del Archivo de la Nobleza, una sección dependiente del Archivo Histórico Nacional. El resto del edificio está ocupado por las dependencias funcionales de alojamiento y servicios, surgiendo de entre ellas el ascendente volumen de la Iglesia. Obtenidos los permisos y beneplácitos del emperador Carlos V y del Papa Pablo III, se inició la construcción, en 1541, bajo el mecenazgo del obispo-cardenal Tavera, que poco después lo convertirá en su casa-panteón. Partidario de la vanguardia artística del momento, encargó el diseño a Alonso de Covarrubias, que elaboró un bello proyecto en el que se lograba un equilibrio entre las dos zonas y dos funciones, benéfica y sepulcral, y en el que rompía con la decoración plateresca, adoptando un lenguaje a la italiana.

El proyecto fue reformado, después, por sus sucesores en la dirección de obras ―Bartolomé Bustamante, Hernán González de Lara (quien sustituyó a Covarrubias en 1550) y Nicolás de Vergara, el Mozo― dando lugar a una de las principales construcciones civiles españolas del siglo XVI. Supone un hito en el proceso de composición espacial de grandes conjuntos arquitectónicos, que culminará en el Monasterio de El Escorial.

La fachada principal empezó a construirse a la par que los patios, en 1541. Covarrubias proyectó tres alturas, de las que sólo se construyeron dos de acuerdo con las trazas originales. En los dos primeros cuerpos Covarrubias introduce un marcado almohadillado en las dovelas de los vanos, mostrando su conocimiento de la arquitectura manierista italiana. La portada principal actual fue trazada ya en 1760 por Pedro Martínez Morales; ya en el siglo XIX, el arquitecto Eduardo Lagarde ―un dibujante y arquitecto nacido en Toledo en 1884, aunque tenía raíces vascas― diseñó el tercer piso, que fue remodelado en 1989.

Si nos adentramos en el edificio por la puerta que preside la fachada meridional, tras un amplio portalón, desembocamos en el doble patio, sobrio y desornamentado. Sus dos espacios se interrelacionan por una galería de bóvedas de aristas que une y separa a la vez, y nos conduce hacia la Capilla, generando un impactante efecto visual.
Vista de los patios gemelos del Hospital Tavera, obra de Alonso de Covarrubias.
Fuente:  Rodríguez Campos, A.
El patio se organiza en dos alturas, con superposición de órdenes ―dórico-toscano y jónico―, con arcos de medio punto en la parte baja y ligeramente escarzanos en la alta. Su decoración se limita a las molduras de los arcos y a los espejos de piedra negra en sus enjutas, con un remate del entablamento con triglifos y metopas; en la parte superior, los espejos se sustituyen por rosetas y las esquinas se decoran con escudos cardenalicios.

La Iglesia, cuyas trazas realizó Hernán González, se inició con la construcción de una cripta circular bajo el crucero, con cúpula rebajada y sin iluminación del exterior. El eco de los pasos del visitante sobrecoge en ese lugar de reposo perpetuo de algunos miembros de las casas de Lerma y Medinaceli. La cripta acabó de construirse en 1572, bajo la dirección de Nicolás de Vergara, el Mozo. 

Sepulcro del Cardenal Tavera.
El templo se inauguró en 1624, instalándose debajo de la cúpula un precioso sepulcro ―elaborado entre 1554 y 1561, tras la muerte del cardenal en 1545―, obra de Alonso de Berruguete, donde se trasladaron los restos del fundador, don Juan Pardo de Tavera. Este sepulcro está realizado en mármol blanco, resaltando la figura yaciente del cardenal en su lecho mortuorio con sus ropas pontificales y flanqueado por las Cuatro Virtudes Cardinales y presentando una expresión cadavérica, fiel transposición de la mascarilla póstuma conservada y expuesta en el museo y que sirvió de modelo para la labra del anguloso rostro, impresionante por su realismo. El rebanco aparece decorado con medallones entre relieves, sin enmarcar, que representan escenas de la vida de San Juan Bautista ―Decapitación y Bautismo de Cristo―, de Santiago y de San Ildefonso.

En la cabecera, un retablo proyectado por El Greco en 1608 y realizado por su hijo y otros artistas, expone unas esculturas de Giraldo de Merlo y un San Juan, del flamenco Antonio Cuello. Sólo El Bautismo de Cristo ―conservado en el Museo de Tavera―, una de sus últimas y más sorprendentes obras, debió de colocarse en uno de los retablos laterales de la Iglesia que, aunque con traza paterna, debieron ser realizados por Jorge Manuel Theotocópuli.

La Iglesia se ha convertido así en una construcción autónoma, cuyo tamaño ha ido aumentando en los sucesivos proyectos hasta presentarse como un elemento independiente. Su cubierta exterior, octogonal, recubre la cúpula y ve reforzado su defecto ascensional por cuatro agujas rematadas con bolas.

Un Paseo por su Evolución y Transformación.


A la salida del hospital, en el portalón, una escalerilla nos conduce al Museo, que ocupa las estancias palaciegas de la fachada principal. En las seis salas de exposición de exhibe una estupenda colección de pintura, mobiliario de la época y tapices, amén de la interesante colección de libros de cuentas de la institución benéfica, que se encuentra en la biblioteca, la sala más atractiva. Además de El Bautismo de Cristo, se puede admirar La Sagrada Familia, Las Lágrimas de San Pedro y otros cuadros de El Greco y de diversos maestros de primerísima fila, como Tintoretto, Luca Giordano, Berruguete, Ribera,…. De este último es la célebre Mujer Barbuda, que retrató el pintor con un realismo hiriente y una ambigüedad maliciosa, junto a su marido y con un niño en brazos. 

En otras salas, alternan tapices y espejos con cuadros de Luis Tristán, Caravaggio, Carreño de Miranda,…. Un Cristo resucitado, que coronaba el tabernáculo de El Greco perteneciente al altar mayor de la Iglesia, es la muestra que, junto a un crucifijo de marfil de factura muy primitiva, completa escultóricamente esta inesperada exposición.

El ojo del Boticario, en el Hospital Tavera.
Por último, en otra dependencia del Hospital, una farmacia ― difícil de visitar ―, muy bien conservada, guarda una vistosa colección de botes de cerámica de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo. Preside el conjunto de tarros, frascos y redomas, un curioso mueble de cajonería denominado “El ojo del boticario”, que encierra las recetas y medicamentos más cotizados.

Después de ser un Hospital, por tanto, este edificio alberga un Museo, la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, una farmacia y, desde 1887, acoge un colegio llevado por las Hijas de la Caridad. En un principio, se daba una enseñanza a los niños pobres del Arrabal y Covachuelas, que era una de las necesidades más urgentes del barrio, pues la mayoría de las mujeres trabajaban en la cercana Fábrica de Armas y los niños quedaban abandonados. Nacen así las cunas y las Escuelas de San Juan Bautista anejas al Hospital.

Fuente.
  • LÓPEZ FANDO, A. y SANCHO SAN ROMÁN, R. Los antiguos hospitales de la ciudad de Toledo. Clínica y Laboratorio, tomo LXXX, 1961.
  • LÓPEZ-FANDO, A. «Los antiguos hospitales de Toledo». En Toletum, 1, 1955, pp. 96-112.
  • PARRO, S. R. Toledo en la mano, o Descripción histórico-artística de la magnífica Catedral y de los demás célebres monumentos. Toledo: Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, 1978. 
  • Toledo: Ayer y Hoy.
  • Toledo Olvidado.
  • VV. AA. Arquitecturas de Toledo. Servicio de publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Toledo, 1992.

4 comentarios:

  1. He entrado en Tavera alguna vez y he visto el archivo de la nobleza. Es curioso, porque allí tienen muchos árboles genealógicos. Algunos de esos árboles son bastante antiguos, y tienen unos sellos que a mi me gustaron mucho. Lo curioso, es que antes, el noble encargaba su árbol genealógico, es por eso que yo he visto allí alguno que desciende de los tres reyes magos, si señores, de los tres a la vez. :0

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  2. Qué cosas!! Eso no lo vi yo cuando fui!! :O

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  3. Yo me acuerdo, y luego le querían echar a la hoguera por descender de un negro (Baltasar) o algo así jajaja. Desde luego que vaya sociedad la de entonces

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  4. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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