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Durero: Uno de los genios de Europa

Llevaba tiempo sin escribir nada y es que el tiempo que tengo últimamente suele ser escaso. No obstante, poco a poco he ido construyendo la información sobre el que ocupa hoy esta entrada: Alberto Durero. Para mí, es uno de los genios más distinguidos que ha producido Europa: su enorme producción gráfica, con una riqueza en innovaciones y un poder enérgico, unida a la calidad y variedad de sus creaciones pictóricas, la perfección técnica y el atractivo de sus dibujos y sus teorías estéticas, hacen de Durero el artista más formidable e importante del Renacimiento y uno de los más grandes de todos los tiempos. Espero que os guste y que no os toméis a mal el largo texto que viene a continuación pero no puedo ni debo excluir ningún dato del mismo...

Albrecht Dürer o Alberto Durero nació en Nuremberg (Alemania) el 21 de mayo de 1471. Hijo de Albrecht, llamado "el Viejo" para diferenciarlo de su célebre hijo, y de Bárbara Holper, fue el tercero de una larga serie de dieciocho vástagos de los que tres de ellos llegarían a la edad madura: Albrecht, Endres y Hans

Autorretrato con guantes (1498)
El joven Alberto, después de haber asistido a la escuela unos pocos años, entró como aprendiz en el taller de su padre, como ya había hecho su hermano mayor, Endres, que seguirá la tradición familiar. No hay duda de que el aprendizaje con su padre le fue muy útil, en primer lugar para aprender las técnicas de grabado sobre metales, de las que sacará fruto cuando, emprendido otro camino, realice sus célebres buriles y aguafuertes. El orfebre Albrecht "el Viejo", en los años de juventud, había vivido mucho tiempo en Flandes, donde se había familiarizado con el arte de aquel país y, sobre todo, había conocido las obras de dos grandes flamencos de la primera mitad del siglo XV, Jan van Eyck y Roger van der Weyden, se entiende que acrecentara en su hijo el culto a dichos maestros. Durero, sintiéndose más atraído por el dibujo y la pintura que por la orfebrería, obtuvo el permiso de su padre para frecuentar el taller de Michael Wolgemut, el pintor y xilógrafo más importante que trabajaba aquellos años en Nuremberg y cuyo taller se hallaba a escasa distancia de la casa de los Durero. 

El precoz talento del joven Durero para el dibujo lo demuestra su "Autorretrato" a punta de plata, técnica muy difícil, ya que no permite correcciones, y ejecutado cuando tenía sólo trece años. Lo recordará con orgullo cuando le añada la inscripción "Esto lo pinté yo retratando mi semblante en el espejo en 1484, cuando todavía era un niño". El autorretrato, una media figura de tres cuartos, está estructurado de manera casi idéntica al de su padre con el alfil y fue, tal vez, su progenitor el que le sugirió esta disposición que era, además, la tradicional de los retratos flamencos, cuyo modelo se seguía también en el taller de Wolgemut.

La bien organizada empresa dependiente de Wolgemut, en la que entró como aprendiz el joven Durero, atendía a una amplia clientela que no se limitaba a Nuremberg, sino también tenía su procedencia en otras ciudades alemanas. En este taller se copiaban estampas de maestros renanos, así como dibujos y estampas italianas, además de los cuadros y paneles esculpidos para los altares. Se ejercitaba a gran escala el arte de la xilografía, aumentando notablemente su demanda gracias a la aparición de los tipos móviles décadas antes en Alemania. La demanda de imágenes para ilustrar nuevas ediciones impresas hacía trabajar a pleno ritmo a dibujantes y grabadores en madera, siendo el taller de Wolgemut uno de los más activos de la época.

De esta manera, Alberto Durero recibió instrucción en los diversos campos del arte y aprendió a dominar las técnicas e instrumentos del artista. En esta época, tuvo conocimiento de las estampas del grabador alemán más importante de ese momento: Martin Schongauer, y de las puntas secas del misterioso "Maestro del Libro de Casa", como se denominaba habitualmente a un desconocido artista, pintor, dibujante y autor de grabados que procedía de la escuela de los miniaturistas holandeses. El estilo de este último artista, también dejará huella en la obra de Durero.

En conjunto, Durero guardará un grato recuerdo de aquellos años de duro aprendizaje en la escuela de Wolgemut. Más de veinte años después, en 1516, pintó un "Retrato de Michael Wolgemut", su maestro, quien fallecería tres años después, dejando ver el antiguo respecto y la afectuosa simpatía humana que le profesaba.

En la primavera de 1490, Durero parte en un viaje de estudios que lo mantendrá lejos de Nuremberg durante cuatro años. Antes de esta partida, llevó a cabo la que es su primera obra pictórica conservada: "El Retrato de su padre", de la Galería de los Uffizzi. Durante estos cuatro años de ausencia de casa, Durero tendría que trabajar para mantenerse, por lo que, se piensa que debió ser en los centros en los que era más fácil encontrar trabajo en los terrenos en los que se sentía más experto.

Año y medio después de haber emprendido este viaje, llegó a Colmar (Francia), donde pretendía encontrarse con Martin Schongauer. Sin embargo, al llegar allí, se enteró de que el artista había fallecido varios meses antes. No obstante, los hermanos de Schongauer, acogieron bien a Durero y lo enviaron a otro de los hermanos Schongauer, Georg, que trabajaba como orfebre en Basilea. En esta ciudad, Durero entró en contacto con importantes talleres de grabadores que dependían de notables personalidades de eruditos y editores, como Bergmann von Olpe o Johann Amerbach y, para los cuales, llevó a cabo algunas obras.

Autorretrato con flor de cardo (1493)
A finales de 1493, el artista marcha a Estrasburgo, capital de Alsacia e importante centro artístico y editorial, donde se podrán ver los claros progresos de Durero en relación con la xilografía. Así pues, tuvo ocasión de trabajar también, en pocos meses, en esta ciudad. Poco antes de regresar a Nuremberg, pintó también el "Autorretrato con flor de cardo", para el que utilizó el pergamino como soporte. Esta obra está considerada como el primer autorretrato autónomo pintado en la historia del arte occidental y el primero de una serie de tres que, en el transcurso de seis años, ejecutó Durero indagando en su fisonomía y mostrándose, respectivamente, como un joven que confía en su destino, como un caballero elegante espiritual que aspira a la inmortalidad en la memoria humana merced al don del Arte que Dios le ha concedido.

El 7 de julio de 1494, Alberto Durero contrae matrimonio con Agnes Frey, hija de un artesano calderero de Nuremberg, emparentado con las familias poderosas de la ciudad y, además, hábil arpista. El joven matrimonio se fue a vivir a casa de Alberto Durero, permaneciendo así durante quince años. Esta unión no fue tan feliz como esperaban, tal vez debido a la gran diferencia de cultura y temperamento. En contraste con el destino de la madre de Durero, que puso en el mundo, como he dicho antes, nada menos que dieciocho hijos, Agnes no concibió ni siquiera uno. Tampoco los dos hermanos del artista, Endres y Hans, tuvieron descendencia, por lo que la familia se extinguió con su generación.

En ese mismo año, cuando poco antes había regresado de su viaje, Durero decidió partir nuevamente, esta vez, para Italia, sin preocuparse por dejar sola a su joven esposa. De este modo, Durero llegó a Venecia, meta de este nuevo trayecto, atravesando los Alpes y bajando por las regiones del Tirol y el Trentino. Y fue aquí donde llevó a cabo acuarelas que muestran algunos de los lugares más sugestivos del camino a Italia, ya fuere durante la ida o durante la vuelta: la ciudad de Innsbruck, el castillo de Trento, la roca y el burgo de Arco. Fue en Venecia donde el artista entró en contacto con una realidadnueva para él y, sobre todo, le impresionaría, sin duda alguna, la abundancia de obras de arte, el cosmopolitanismo y la vivacidad cultural de la ciudad de las lagunas. Además, es prácticamente imposible que hubiera tenido contacto directo con los maestros que allí residían en ese momento, como Bellini, Mantegna o Carpaccio.

Durero no era más que un joven artista desconocido que lograba mantenerse mientras vendía estampas a los miembros de la comunidad germana de la ciudad. No obstante, el artista ya había mostrado anteriormente interés en la nueva concepción de la representación del cuerpo humano que se había ido elaborando en Italia. Por ello, y gracias a que en Venecia pudo estudiar mejor la figura desnueda y vestida en relación con el espacio en el que se mueve debido a la facilidad para encontrar modelos.

En la primavera de 1495, regresa a Alemania, reemprendiendo su actividad como xilógrafo y calcógrafo, ya que la pintura suponía la exitencia de un mercado más limitado y proporcionaba menores beneficios económicos en comparación con la producción de estampas: la compra de materiales para llevara a cabo las obras pictóricas suponía una gran pérdida de ganancias en contraposición a las xilográficas, que apenas requería gastos importantes en materiales.

Entre 1495 y 1500, Durero creó una seire de grabados que figuraron entre los más destacados de su producción y, en general, en esta especialidad.

En abril de 1496, Federico "el Sabio", elector de Sajonia, visitó Nuremberg y, sorprendido ante el talento del joven Durero, le encargó tres obras a la par: su retrato y dos polípticos para decorar la iglesia que se estaba constuyendo en Wittenberg, su residencia. Así pues, el "Tríptico de Dresde"-con la Virgen adorando al Niño, san Antonio Abad y San Sebastián- y el "Políptico de los Siete Dolores" -la imagen de la Mater Dolorosa y siete compartimentos pequeños con los siete dolores- fueron los primeros encargos de pinturas que recibió el artista, además, de conseguir a su primer admirador.

Después de los encargos principescos de Federico "el Sabio", Durero pintó diversos retratos para miembros de la burguesía de Nuremberg, a quienes la publicación en 1498 de las xilografías del "Apocalipsis" había impulsado a hacerse retratar por su conciudadano.

En este mismo año, 1498, Durero pintó su "Autorretrato con guantes", quizás el más conocido, dejando ver de forma palmaria el cambio experimetado por el artista en comparacón con los cinco años anteriores. En esta obra, tenemos a un joven y tímido artesano que, aunque vestido a la moda, no parece alejarse de las características propias de su clase social. De esta manera, Durero pudo darse cuenta de que, en la cosmopolita Venecia, los artistas gozaban de un estatus social diferente y más elevado que en Nuremberg, manteniendo relaciones estrechas con aristócratas e intelectuales.

Para acabar con el siglo XV, Alberto Durero realiza su "Autorretrato con pelliza", quizás el más famoso y en el que quiso dejar constancia de su imagen para la posteridad. Contando con veintiocho años -aunque parece mayor-, Durero aparece frontalmente, vestido de pelliza, con largos cabellos y una expresión seria y serena, recordando un Ecce Homo. De hecho, si una persona que no lo ha visto anteriormente, no se le dice que es un autorretrato de Durero, seguramente pensaría que es Cristo, con los cabellos dorados enmarcando un rostro alargado y sereno, recordando la iconografía de Jesucristo. Este retrato representa un punto fundamental en la carrera del artista, debido a que pasa de un punto de vista intuitivo del arte a otro intelectual, tratando de adueñarse de los principios racionales de la naturaleza.
Autorretrato con pelliza (1500)
De entre los numerosos apuntes del natural que Durero tomó a lo largo de su carrera, cabe destacar la espontánea acuarela que el artista realizó en 1502, en la que se representaba a una liebre. El naturalismo que caracteriza a "La liebre" nos habla de un trabajo de observación muy riguroso y de una gran maestría a la hora de plasmar la imagen del animal. Durero se detuvo en cada pelo de la piel, en cada pequeño rasgo de la liebre, con un interés por la naturaleza y los seres vivos que resultaba nuevo en el panorama artístico de la época. Durero llegó a viajar cientos de kilómetros para poder retratar animales exóticos que llegaban a los puertos de Europa e, incluso, algunos aspectos característicos de las especies, como es el caso del "Ala de una carraca", en la que pueden verse claramente cada una de las barbas plumáceas que conforman la extremidad avícola.
La liebre (1502)
Ala de una carraca (1512)











En la primavera de 1505, Durero vuelve a viajar a Italia y, al igual que en la vez anterior, su meta vuelve a ser Venecia. Sin embargo, esta vez esta decisión vendría dada por una epidemia que había abatido sobre su ciudad, además de que el artista tenía un afán de encontrar un ambiente culturalmente más rico y estimulante en Nuremberg y en su hogar. A diferencia que en el primer viaje a Italia, Durero llega a su destino habiendo conquistado una inmesa fama con su trabajo y sus creaciones gráficas circulaban y eran admiradas y copiadas por toda Europa.

En su periodo veneciano, Durero pintó tres obras importantes y, al menos una de ellas, figura entre sus obras maestras: la tabla de la "Fiesta del Rosario" para su iglesia nacional, San Bartolomeo a Rialto. En esta obra, se representa a la Virgen repartiendo guirnaldas de rosas blancas y rojas al pueblo en adoración, en medio del que se reconocía a miembros de todas las clases sociales.

Al final de su estancia en Italia, Durero quiso hacer el viaje a Bolonia que ya había programado el año anterior con el fin de que alguien pudiera enseñarle el "arte secreto de la perspectiva". No obstante, anteriormente había establecido contacto con las ideas de Leon Battista Alberti y Leonardo y sus estudios sobre anatomía y las proporciones humanas. De esta manera, a su regreso a Nuremberg, Durero se dedica con empeño al estudio de las proporciones del cuerpo humano, renunciando a un concepto abstracto de belleza y cultivando el estudio de la naturaleza mediante la medición de un gran número de individuos. Además, llegará a confesar su incapacidad a la hora de establecer el ideal de belleza, ya que toda belleza está ligada a su época:
Qué es la belleza yo no lo sé... No existe ninguna que no sea susceptible de ulterior perfeccionamiento. Sólo Dios posee esta sabiduría, y aquel a quien Él se lo revelase también lo sabría
En 1507, cuatro años después del grabado del "Pecado Original", Durero realiza las dos tablas con las figuras de "Adán y Eva", con la belleza ideal de dos seres humanos perfectos pero, en esta ocasión, abandona las medidas dictadas por la regla clásica de Vitruvio, optando por una belleza nueva en la que las figuras, más esbeltas, agradiaciadas y dinámicas, están muy lejos de la geométrica solidez de las que aparecen en los grabados.

Melancolía I (1514)
Con la llegada de la segunda década del siglo XVI, Durero se muestra entregado cada vez más a los estudios de geometría y de teoría estética, pero registra una parálisis en la actividad pictórica propiamente dicha. De esta manera, producirá algunos grabados fundamentales, como "El caballero, la muerte y el diablo" o "Melancolía I" -donde el artista incluyó tal entrelazamiento de símbolos que aparece casi como un compendio de su pensamiento sobre el arte y el alma humana-, quizás las imágenes más famosas de toda la gráfica europea. Estas dos obras junto a "San Jerónimo en su estudio" forman los grabados maestros del autor.

En 1514, muere la madre de Durero y, pocos meses antes, éste le había hecho un retrato al carboncillo de dramático realismo. Dos años más tarde, como he dicho más arriba, el artista retrató a su antiguo maestro, Michael Wolgemut, con el que seguía manteniendo una grata amistad y, tal era el afecto por él que, tres años después de su fallecimiento, añadiría al retrato una breve descripción: "Tenía 82 años y vivió hasta 1519; murió en la mañana del día de San Andrés, antes de salir el sol".

En 1520, Durero se enteró de que Carlos I, sucesor de Maximiliano I, iba a viajar desde España a Aquisgrán para ser coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Durero había recibido una pensión anual por parte de Maximiliano -quien le había contratado para llevar a cabo una xilografía gigantesca de dimensiones jamás vista- y tenía la intención de que Carlos I mantuviera esa asignación. Emprendió el viaje a Aquisgrán, esta vez junto a su esposa Agnes y a una sirvienta, que financió vendiendo grabados y otras obras durante el trayecto, y de allí pasó a los Países Bajos entre 1520 y 1521. Durante este viaje y todo el tiempo que pasó en el extranjero, anotó en su diario un fascinante relato de estos viajes, de las audiencias de los monarcas y de los recibimientos que le brindaron sus compañeros artistas, como Lucas van Leyden. Durante este tiempo, Durero dibujó y pintó con frecuencia y muchas de estas obras se conocen por los apuntes de su diario.

A su vuelta de los Países Bajos, Durero volvió a su vida en Nuremberg, dedicándose sobre todo a la producción de grabados y a la redacción de sus proyectados tratados de geometría y ciencia de la fortificación. A la vez, su estilo se volvió más severo y enérgico. 

En 1526, pintó las dos tablas con monumentales figuras de Apóstoles, auténticos campeones de la virtus cristiana, y las regaló al ayuntamiento de su ciudad. En ese mismo año, también realizó los maravillosos retratos de Muffel, Holzschuher y Kleberger, los últimos que Durero llevaría a su fin. Un año más tarde, se publicó, en Nuremberg, su Tratado sobre las fortificaciones de ciudades, castillos y burgos.

El 6 de abril de 1528, Alberto Durero fallece en su casa cuando no había cumplido aún los cincuenta y siete años. Fue enterrado en el cementerio de la iglesia de San Juan y, en su tumba, se puso un epitafio latino dictado por Pirckheimer
Cuanto en Alberto Durero había de mortal
está encerrado ahora en esta tumba.
Fuentes:
  • Vailima.
  • VV.AA. Durero. En Los grandes genios del arte. Madrid, 2005.
  • Wikipedia

6 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho esta entrada y desde luego que merece la pena leerla de principio a fin.
    A mi parecer este gran artista nunca deja de confiar en su propio arte y viaja de un lugar a otro para aprender, y para demostrar de lo que es capaz.

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  2. su auto retrato es buenísimo, pero también me ha gustado el ala de la carraca.

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  3. Ya pensaba que nadie se iba a leer la entrada completa, jejeje!!!

    Yo siempre he imaginado cómo era capaz de pintar con semejante realismo en la época en la que vivía... También, le he dado muchas vueltas a su evolución en la pintura: pasar de pintar algo tan realista como su autorretrato de 1500 y las alas de la carraca a pintar algo como La fiesta del Rosario.. Me parecen dos estilos tan diferentes....

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  4. Desde luego que sí que es sorprendente. A mi me gustan mas sus trabajos realistas, y menos sus últimos trabajos.

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  5. Hace meses que sigo vuestro blog esta bastante bien, este me ha gustado bastante, como se nota que sois pareja jejeje por los comentarios...

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  6. Me alegra mucho el saber que gente nos va conociendo poco a poco y que le gusta nuestro blog =) Qué ilusión!! jeje!!!

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