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Monumentos de Toledo (II): Palacio de Galiana

Hoy, 20 de enero, es el cumpleaños de una personita muy especial. Por esta razón, la entrada de hoy va para ella: ¡¡Feliz Cumpleaños, Laura!! Aquí tienes tu segundo regalo de cumpleaños nuestro. Espero que te guste tanto a ti, como a las personas que se animen a leer el contenido de la entrada de Monumentos de Toledo.

Palacio de Galiana. Por: Javier Tordesillas Vázquez.
Saliendo de la estación de Renfe, retomamos la carretera hacia Toledo y, por un pequeño camino, llegamos a los Palacios de Galiana. Estos reciben tal nombre a partir del Siglo XVI, en recuerdo a aquellos otros que existieron en el interior del alficén y que dieron lugar a numerosas leyendas.

El lugar donde se emplazan fue conocido en época árabe como Almunia Almansura, el cual, castellanizado, ha llegado hasta nosotros como Huerta del Rey. El enclave tuvo su origen en un jardín árabe, venturosa mezcla de jardín y huerto, donde Al-Mamún ―rey taifa de Toledo de 1043 a 1075―, construyó una residencia veraniega.

Conservamos la descripción árabe del “Salón de la Noria o de la rueda hidráulica” ― dada por Al-Maqqari ― que nos da una idea del lujo y decoración de la residencia: 
“El salón brillaba como si el sol se encontrase en lo alto del firmamento y la luna llena en su cenit, como una corona. Las flores embalsaman el ambiente y, sobre el río, los invitados bebían sin cesar. La rueda hidráulica gemía como gimen, heridas por la llama devoradora del dolor, la camella que perdió su cría o una madre al morir su hijo. El cielo estaba regado por gotas de rocío. Los leones abrían sus enormes fauces para vomitar agua […]”. 
Estos leones serían, evidentemente, los surtidores de las fuentes. El jardín contiguo a este pabellón estaba ocupado por una gran alberca, en el centro de la cual se situaba un quiosco con vidrieras polícromas y decoraciones incrustadas en oro.

A estas primeras construcciones, Al-Mamún añadió otras para acoger a su invitado, el futuro rey Alfonso VI, exiliado en Toledo a causa de las luchas fratricidas que le enfrentaron a su hermano, el rey Sancho II de León. Y este mismo lugar ocupó, en 1084, cuando cercó la ciudad, hasta que ésta pasó a manos cristianas en 1085.

De estos primeros palacios nada debió quedar tras las distintas devastaciones que sufrieron. Durante el siglo XII, almorávides y almohades, acampando en aquella huerta, la talaron y destruyeron, ante la imposibilidad de tomar la ciudad. En el siglo XIII, los cristianos venidos de toda Europa como cruzados, para luchar contra los almohades, se instalaron en ella y, “con las ramas de los árboles frutales dispusieron cobertizos para estar a placer, mientras salían a campaña […] y cortaron toda la Huerta del Rey e ficieron mucho mal a Toledo”, según relatan los Anales toledanos. Estas tropas fueron las que derrotaron a los musulmanes en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212.

Palacio de Galiana. Detalle de los jardines.
Los edificios palaciegos se debieron reconstruir en el siglo XIII, según Gómez-Moreno. En 1385, Juan I dona esta huerta, hasta entonces posesión real, al convento de Jerónimos del Monasterio de la Sisla que, en 1394, la vende a doña Beatriz de Silva, figurando como de su propiedad en la carta de dote con motivo de su matrimonio con don Alvar Pérez de Guzmán, en 1397, cuyos escudos decoran el interior. Como descendiente de esta familia, la huerta perteneció a Eugenia de Montijo, quien tuvo la idea de rehabilitar las construcciones, entonces ya en ruinas. Pero no fue hasta 1931 cuando los Palacios fueron declarados monumento histórico-artístico, habiendo sido restaurados por Alejandro Fernández Araoz y Carmen Marañón, con el asesoramiento de Chueca Goitia y Gómez-Moreno.

El Palacio, en la actualidad, consta de una sala de recepción dividida en tres naves paralelas, cuyos extremos son alcobas. Dichas naves se comunican entre sí mediante un eje transversal. El edificio abre ventanas en sus dos fachadas: la del norte se asoma a la recreación de un jardín hispanomusulmán y al Tajo; la del sur se abre a una alberca que, según muchos eruditos, ocuparía el mismo lugar que la construida por Al-Mamún en el siglo XI. El edificio conserva restos de decoración polícroma que data del siglo XIII, y de yeserías, algunas de ese siglo y otras del siglo XIV, con la decoración heráldica ya apuntada. El conjunto sigue siendo una propiedad particular, conservada de un modo respetuoso y delicado.

Fuentes.
  • GÓMEZ-MORENO, M. Arte mudéjar toledano. Madrid, 1916.
  • El Miradero.
  • PARRO, S. R. Toledo en la mano, o Descripción histórico-artística de la magnífica Catedral y de los demás célebres monumentos. Toledo: Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, 1978. 
  • Toledo Turismo.
  • VV. AA. Arquitecturas de Toledo. Servicio de publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Toledo, 1992.
  • VV.AA. Historia de Toledo. Toledo, Azacanes-Librería Universitaria, 1997.
  • VV. AA. Rutas de Toledo. Toledo: Bremen, 2004.

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