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Casiano Alguacil, el GRAN fotógrafo toledano

Llevaba ya un par de semanas sin escribir nada, no por falta de ganas, sino por falta de tiempo. Hoy os traigo alguien que, para mi, era un completo desconocido hasta que hice el Proyecto Fin de Máster sobre él y su obra: Casiano Alguacil. Y ya aprovecho para dar las gracias a Juan Miguel Sánchez-Vigil, profesor y tutor de mi TFM, por aguantarme tantos días en su despacho mientras llevaba a cabo el mismo.

Lo que va en estas líneas es, exactamente, lo que encontré acerca de su vida y las características de sus obras. Por esta razón, y por si alguno se quiere atribuir el hecho de haber investigado sobre él mediante la copia íntegra de este texto, aviso que toda esta información está registrada desde 2009. No es ser mala persona, es dejar claro quién se dedica a investigar y quién no. Y ya digo, es por si acaso a alguien se le ocurriese dicha idea. Pero, ante todo, espero que os guste tanto como me gustó a mi tras irle descubriendo poco a poco...

Casiano Alguacil. Retrato. Por Eugenio Rodríguez
Casiano Alguacil Blázquez nació en Mazarambroz (Toledo) el 14 de Agosto de 1832. Fue en este municipio toledano donde transcurrió su infancia hasta cumplidos los siete años, cuando su familia decidió trasladarse a Madrid. En la capital de España conoció a su primera esposa, Ramona Cuesta, con quien se casó en 1856 y de la que poco después enviudaría.

En 1862, regresó a Toledo, encontrando un panorama bastante atractivo para ejercer su profesión. Fotógrafos como el inglés Charles Clifford o el francés Jean Laurent, ya habían inmortalizado la ciudad pero no existía ningún estudio fotográfico fijo en la capital del Tajo, por lo que al llegar Alguacil a la ciudad instaló su primera galería, ubicada en el centro de Toledo, cercano a la plaza de Zocodover y de la calle del Comercio, lo que garantizó que en pocos meses fuera muy conocido y, rápidamente, creciera su fama y se convirtiera en el fotógrafo más activo de la ciudad.

Casiano Alguacil destacó tanto por ser buen profesional como innovador, ya que fue el primer artista local que comerció con fotografías de Toledo. Creó su propio Museo Fotográfico partiendo de la producción de grandes series, con ello pretendía recoger imágenes de los monumentos más relevantes de Toledo, de otras poblaciones de España y del extranjero. No obstante, no hay constancia alguna de fotografías del extranjero, por lo que esta idea inicial se vio algo alterada y, por tanto, los contenidos de su Museo Fotográfico eran principalmente locales y, excepcionalmente, nacionales. Así pues, su producción estaba centrada en la realidad toledana, de ahí que fuera considerado una figura importante como principal cronista local de la época. 

En la década de los setenta, el estado de muchos de los monumentos de Toledo era bastante lamentable, por lo que la Comisión Central de Monumentos encargó a Alguacil la tarea de fotografiarlos ante la posible desaparición de éstos. Así, sus fotografías dejarían constancia gráfica de las obras para la posteridad y, además, constituirían el elenco de detalles arquitectónicos y artísticos necesarios para ilustrar la parte correspondiente a Toledo en la obra Monumentos Arquitectónicos de España, publicada por Amador de los Ríos. Esta obra no fue publicada hasta 1905, aunque se fraguó en las décadas anteriores. La mayoría de estas fotografías, acompañadas de descripciones del autor, aparte de ser encargadas por la Comisión, formaron parte ya del citado Museo Fotográfico, por lo que el artista siguió plasmando en sus placas todo el compendio monumental de la antigua capital imperial. Estas fotografías sirvieron después, en muchos casos, para la restauración de algunos monumentos y, en otros casos, constituyeron la memoria de lo que existía y que, por desgracia, se perdió.
Puerta de Bisagra, ca. 1880. Archivo Municipal de Toledo
Alguacil trabajó el género de los retratos de estudio en el habitual formato carte de visite, pese a que prefería la fotografía de exteriores. A finales de los setenta, destacó, además de cómo fotógrafo, como político, ya que formó parte de la actividad de su municipio y representando los intereses de la gente de clase media, a la que él pertenecía, formada en su mayor parte por comerciantes y profesionales liberales. Así pues, con su ideología revolucionaria y republicana, fue nombrado concejal del Ayuntamiento en 1868 y, poco después, Regidor y miembro de las Comisiones de Teatro e Instrucción Pública, cargo que desempeñaría durante un año al no resultar reelegido en 1869. Ese mismo año, volvió al Ayuntamiento como responsable de la Comisión de Espectáculos, Funciones Públicas, Ferias, Mercados y Orden Interior, cuya misión era supervisar y preparar los festejos a celebrar en la ciudad. Un año después, fue nombrado responsable de la Comisión especial de Aguas (Archivo Municipal de Toledo. (1870). Libros de Actas Capitulares, núm. 289, pp. 26-31), enfrentándose al problema de la gestión y suministro del agua, grave problema de la ciudad. 

En 1871, tras el fallecimiento de su madre, Alguacil pasó algunos meses de soledad hasta que conoció a quien sería su segunda esposa, Elisa Hernández, hija de José Hernández, corresponsal en Toledo del fotógrafo madrileño Suárez.

Durante el siglo XIX, el turismo se fue forjando como una fuente de ingresos bastante rentable para los toledanos, por lo que Alguacil y su cuñada, Salud Hernández, primera guía turística femenina de la ciudad explotaron ese negocio conjuntamente.

A partir de 1874 el artista toledano no volvería a ocupar cargos en el Concejo, aunque siguió siendo persona conocida y respetada entre sus paisanos y, por tanto, pudo dedicarle más tiempo a mejorar su negocio y a la fotografía, realizando las que han sido consideradas sus mejores obras. En esta época, su comercio ya era conocido como Museo Fotográfico, ya que tenía una gran visión comercial. 

Sus fotografías ilustraron varias revistas, tanto de forma regular como ocasionalmente, con imágenes de los monumentos, los tipos y costumbres. Además de inmortalizar monumentos para formar parte de álbumes, realizó gran cantidad de reproducciones artísticas y captó con su cámara los tipos, oficios y costumbres de la época, como hizo el francés Jean Laurent.

Detalle de un patio toledano en la calle de las Bulas,
ca. 1880. Archivo Municipal de Toledo
En 1883, su actividad era frenética, con gran número de clientes, tanto del sector público como privado.

A principios del siglo XX, alcanzó tal popularidad que muchos de los viajeros que pasaban por la ciudad, compraran sus colecciones. Es importante señalar que el fotógrafo Laurent y el editor Calvert, utilizaron sus fotografías para completar sus colecciones de monumentos y ciudades españolas, como ilustraciones para el volumen dedicado a Toledo en la obra Spanish Series. Sin embargo, por su avanzada edad cada vez le dedicó menos tiempo a su labor como fotógrafo pese a ser un gran trabajador, por lo que su actividad fue disminuyendo poco a poco.

En 1906, se celebró en Toledo el Concurso Regional de Fotografía Manchega, donde participaron profesionales y aficionados. El triunfador fue Casiano Alguacil, que no sólo obtuvo el primer premio en la segunda sección, titulada Monumentos, detalles artísticos y vistas de población, sino que también fue galardonado con el Premio de Honor. Estos fueron los primeros reconocimientos a su labor fotográfica.

El 12 de noviembre de 1908, Casiano Alguacil, contando ya con 76 años, donó desinteresadamente al Ayuntamiento de Toledo sus negativos fotográficos, centenares de placas de vidrio y algunos positivos con el fin de evitar que su negocio y su obra cayesen en manos extrañas. A cambio de este legado, el Ayuntamiento acordó concederle un salario diario de 1,50 pesetas para realizar dos cometidos: la creación de un Museo Artístico Fotográfico en las Casas Consistoriales, ocupándose de su instalación, custodia y conservación y, atender la Biblioteca Popular Municipal, que albergaba los libros de temática toledana y fotografías de los principales monumentos de la ciudad. Además, se acordó que recibiría otras 120 pesetas para afrontar los gastos de instalación necesarios, sumando, un total de 694,50 pesetas anuales.

En consecuencia, la obra del artista quedó reconocida al conseguir la ordenación de la colección y se garantizaba su difusión. Por otra parte, Alguacil tuvo la satisfacción personal conservar su propia colección, al tiempo que obtenía un beneficio económico, ya que podría comercializar duplicados de las fotografías a los visitantes. Este museo permaneció abierto hasta algunos años después de la muerte de su conservador pero, con el tiempo, fue abandonado. 

Alguacil cerró su negocio y, el 1 de diciembre de 1911, murió su esposa Elisa. Sus últimos días fueron tristes, en soledad, sin dinero, con su obra esparcida, pero continuando con su labor como conservador del museo fotográfico.

En junio de 1914, ya agotado por sus 82 años, ingresó en la Sala de Distinguidos del Hospital de la Misericordia, donde falleció el 3 de diciembre. Toda la prensa toledana se hizo eco de la noticia, elogiando sus virtudes, su arte, lo que hizo por Toledo, su bondad…. El Día de Toledo, periódico carlista, en su edición del 10 de diciembre de 1914, dedicó unas palabras al fotógrafo con el título “Los que se van: Casiano Alguacil”:
¡Descanse en paz el insigne anciano, el incansable y laborioso fotógrafo, decano tal vez no sólo de los de Toledo, sino de los de toda España!

Alguacil recibió numerosos homenajes póstumos. Siempre fue considerado un gran artista por la cúpula intelectual toledana, como demuestra el acto realizado por el Ateneo de la ciudad el 9 de julio de 1915 en el palacio de la Diputación Provincial. La vida del Museo Artístico y Fotográfico fue efímera y aunque tras la muerte del artista se mantuvo abierto algunos años, acabó cayendo en el olvido, siendo finalmente cerrado. Hacia 1980 el legado de Alguacil estaba formado por un conjunto sin cuantificar de placas de vidrio, copias en papel realizadas por el fotógrafo en vida montadas sobre paspartú y un ejemplar de la publicación Monumentos Artísticos de España, junto con otras copias, también en papel, realizadas después de su muerte.

Según el historiador Publio López Mondéjar (1984:25), “De entre los fotógrafos toledanos primeros, fue el único que tuvo instinto y capacidad suficiente para sacar sus cámaras a la calle y retratar la ciudad y sus gentes, tal como lo habían hecho antes Clifford y, sobre todo, Laurent. Sus fotografías de tipos populares —mendigos, sombrereros, azacanes, barberos— son sencillamente magníficas y tienen mucho que ver con las realizadas en otras latitudes por hombres como Thompson en el Londres de 1877, L. Sawyer en Newcastle, Meadow Sutcliffe en Whittby y, sobre todo, Eugene Atget en el París finisecular”.

Vidal Benito Revuelta (1966:49-62), en su obra Bécquer y Toledo califica a Casiano Alguacil como “un verdadero poeta gráfico —y pionero de la fotografía— de la ciudad imperial”, considerando que Bécquer podría haberse inspirado en sus fotografías para realizar sus grabados para la obra Historia de los templos de España.

Características de sus Fotografía.

La fotografía de Alguacil se caracteriza por el uso de técnicas y materiales habituales en su época, aunque, con el tiempo, se fue adaptando periódicamente a las novedades que iban surgiendo en el mercado. Las emulsiones y soportes empleados fueron:
  • Papel a la albúmina. Proceso inventado en 1847 por Nièpce de Saint Victor consistente en la aplicación de albúmina o clara de huevo, mezclada con cloruro de potasio y yoduro de sodio que, al exponerse a la luz, daba una imagen de gran transparencia y detalle. Precisaba de un fijado perfecto para no perder calidad y se empleó hasta finales del siglo XIX. (Sánchez Vigil, J. M., 2002:16). En sus inicios, lo utilizó para fotografías en sus viajes por las provincias españolas y en sus primeros años toledanos. El uso de esta técnica se generalizó en España a partir de 1850 y Alguacil lo empleó hasta el final de sus días.
  • Negativos de colodión húmedo. Emulsión empleada hacia 1851 para la obtención de pruebas fotográficas, reemplazando a la albúmina. Consistía en una mezcla entre algodón y pólvora (piroxilina) sumergida en diversos ácidos y tratada posteriormente con bromuro de potasio y nitrato de plata. Se exponían las placas a la luz y, antes de que éstas se secaran, debían revelarse mediante la utilización de ácido acético (vinagre) y pirogálico y fijarse con hiposulfito de sodio. (Sánchez Vigil, J. M., 2002:170). Esta técnica supuso una revolución en el mundo de la fotografía, debido a que se redujeron considerablemente los tiempos de exposición, lo que benefició notablemente a este artista, pudiendo retratar la figura humana de forma más realista e, incluso, se consiguió que la emulsión resultante fuera mucho más estable. 
  • Gelatino-bromuro. También denominada placa seca, consistía en una emulsión formada por bromuro de plata y gelatina que, una vez seca, se depositaba sobre la placa de vidrio para su exposición a la luz. Richard Leach-Maddox presentó dicha emulsión en septiembre de 1871. (Sánchez Vigil, J. M., 2002:388). Alguacil comenzó a utilizar este procedimiento en la década de los ochenta, cuando se convirtió en la solución definitiva para la consecución de la placa seca. Consistía en cubrir las placas de cristal con una emulsión formada por gelatina y sales de plata sensibles a la luz.

En cuanto al equipo fotográfico utilizado, era muy difícil de transportar, debido a su elevado peso, sobre todo en sus inicios al trabajarse con placas de colodión húmedo. Los componentes del equipo eran la cámara, el trípode, las placas, los productos químicos y muchos otros artilugios que el artista llevaba consigo en sus desplazamientos. Así pues, el fotógrafo debía poseer una destreza notable para trabajar, usando máquinas aparatosas y revelando en el lugar donde se realizaba la fotografía.

Como dificultad añadida, cabe destacar que el fotógrafo Casiano Alguacil seleccionaba perspectivas recónditas que necesitaban de un gran angular, así como de un encuadre muy pensado. En sus estudios sobre la luz y el espacio, queda patente su gran calidad artística.

En cuanto a la temática de su obra, Alguacil se centró con los asuntos tratados en esa misma época, dentro del círculo internacional. No obstante, logró incluir un toque artístico y personal en su producción, consiguiendo una clara diferenciación del resto de fotógrafos de la época. Así, en sus obras, plasmaba la forma de vida en el Toledo de finales del siglo XIX, mostrando cómo eran sus gentes sin condicionamiento social, es decir, retrataba tanto a mendigos como al más alto prelado de la Catedral Primada de España. Además, con su cámara inmortalizó numerosos oficios de la época, muchos de ellos hoy desaparecidos sin pretender, en ningún caso, la reivindicación de las condiciones laborales, sino todo lo contrario, dejar constancia de una época en la que los hombres mostraban con orgullo y satisfacción su dedicación al trabajo artesanal.

Joven azacán, ca. 1880. Archivo Municipal de Toledo
Debido a su condición toledana, es posible que Alguacil fuera un gran conocedor de los problemas de la ciudad, por lo que uno de los temas a tratar en su fotografía fue el de la falta del agua: Toledo, pese a ser una ciudad rodeada por el río Tajo, no se lograba hacer llegar el agua hasta el casco urbano, lo que dio lugar a la fabricación de distintos ingenios y la generalización de la figura del azacán. Así pues, Casiano Alguacil dedicará parte de su obra a tratar este asunto desde distintas vertientes: aguadores, fuentes, trabajos directamente vinculados al río y la importancia del agua en el día a día de los toledanos.

La parte más extensa de la fotografía del artista toledano sea la dedicada a los monumentos y es que Alguacil, al igual que muchos fotógrafos de su época, vivía de su comercio, por lo que estas representaciones arquitectónicas le proporcionaban un mayor beneficio económico. De este modo, distribuyó sus colecciones fotográficas en distintas entregas, publicando diversos álbumes con las obras más representativas de Toledo: monumentos arquitectónicos y bienes inmuebles, aunque también fotografió una importante serie de elementos artísticos de la catedral, incluyendo pinturas, esculturas, objetos litúrgicos y multitud de artes decorativas.

El testimonio que el artista deja con su cámara oscura es, en definitiva, el de una ciudad artística que está agonizando, por lo que, sus monumentos, calles,…, aparecen casi siempre vacíos, aunque, en ocasiones, llena la escena con personajes de carácter estático y acartonado, como un mendigo sentado o una joven con un cántaro. Así pues, el repertorio fotográfico del autor se centra en lo arqueológico, lo histórico y lo castizo; el resto, son sólo aspectos secundarios. Alguacil supo inmortalizar plazas y calles que hoy, a veces, son desconocidas, por lo que sus fotografías presentar, en mayor parte, un valor testimonial. Sin embargo, el fotógrafo no captó imágenes —o no se han conservado— del Toledo cambiante, como las antiguas Carnicerías o la Casa de Comedias —actual Teatro de Rojas—, así como de edificios que han desaparecido o que fueron sustituidos por otros nuevos. Casiano Alguacil fotografió la capital visigoda pero, no se quedó ahí, sino que recorrió las dos Castillas así como Andalucía para inmortalizarlas con su cámara.
Hotel Castilla. Archivo Municipal de Toledo.
Aunque la especialidad de Alguacil siempre fue la fotografía de monumentos, hay que decir que, como todo fotógrafo del siglo XIX, también se dedicó a la producción de retratos. Éstos, al tener una difusión menor y un carácter mucho más privado que el resto de obras, han llegado en menor cantidad hasta nuestros días.

En relación a la identificación de las fotografías, generalmente, al pie de sus negativos, aparecía la firma del autor de la siguiente manera: Alguacil Fº. Toledo. A continuación, aparecía una breve descripción sobre el tema de la fotografía y, seguidamente, el lugar geográfico al que pertenecía la misma. Casiano Alguacil se encargaba personalmente de adherir esta rotulación al cristal de sus negativos para, posteriormente, acompañar a la imagen positivada. Sin embargo, no todos sus trabajos presentaban esta marca de propiedad, por lo que no ha quedado aludida la paternidad artística de la imagen comercializada.

Como he mencionado anteriormente, la actividad de Alguacil pasó por grandes líneas comerciales del siglo XIX, desde el conocido retrato hasta las colecciones de monumentos distribuidos por entregas a los suscriptores, sin olvidar las famosas cartes-de-visite o tarjetas de visita. También sus imágenes llegaron a revistas y periódicos, provocando un olvido frecuente o, incluso, la usurpación de su propiedad con el paso del tiempo. Muchas de estas tarjetas de visitas salieron de sus grandes y antiguos negativos de vidrio tan conocidos. Hay que añadir que el fotógrafo de Mazarambroz ya editó alguna de ellas antes de 1905, sin figurar la imprenta en la que fueron reproducidas y con el reverso aún sin dividir.
Retrato de una joven toledana en formato carte-de-visite,
ca. 1890. Archivo Municipal de Toledo
Fuentes:
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6 comentarios:

  1. Que gran fotógrafo, sabía captar la esencia de Toledo, sus costumbres, sus gentes, sus oficios... un retrato genial de Toledo.

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  2. Un hombre paciente y cuidadoso.
    De los "históricos", para mí, el mejor fotógrafo que tuvo Toledo tanto en el patrimonio monumental como en la fotografía social y costumbrista.
    Buena entrada, felicidades.

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  3. ¡Enhorabuena por esta maravillosa semblanza del gran genio de Mazarambroz!
    Muchas gracias, es un trabajo muy documentado, trabajado y bien escrito.
    ¡Ánimo para que sigas con este estupendo blog!
    Un abrazo.

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  4. Gracias!! La verdad es que cuando lo descubrí e indagué en su obra, me quedé muy satisfecha del trabajo que había escogido hacer y muy contenta al ver la calidad con que este señor hacía sus fotografías.

    Me alegro mucho de que nuestro blog (el de Juank y mío) esté gustando. La verdad es que no pensé que fuera a llegar a tanto, jeje!! Muchas gracias a todos los que lo seguís y valoráis este trabajo :)

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  5. Interesante. Yo tampoco había oído hablar sobre este señor. Resulta que en Toledo teníamos a un grande de la fotografía y no lo sabía. Nunca te acostarás sin aprender algo nuevo.

    PD: cuando puedas revisa los enlaces que hay algunos que están mal

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  6. Muchas gracias Borja!! Ya está solucionado... Es lo que pasa cuando se ponen tildes en un enlace... que no todos se aceptan (las personas de Wikipedia, que la lían, jeje).

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