Bueno, bueno. Después de mis queridos -y destrozadores- exámenes, hoy vuelvo a la carga con otro gran personaje de la historia de España y, por supuesto, del arte universal. Desde chiquitina, mi abuelo ya me decía que eran impresionantes sus pinturas y creo que, gracias a él, terminé por ponerle entre mis artistas favoritos. Sólo espero que este post sea de vuestro agrado. Os dejo con él, con Diego Velázquez...
VELÁZQUEZ, D. Autorretrato (c. 1650) |
Durante esta época, Sevilla es la ciudad más populosa y rica de España, y es en este ambiente en el que el joven Velázquez inicia su formación artística. En 1609, el joven pintor pasa una pequeña estancia en el taller de Francisco Herrera el Viejo -pintor dotado de gusto y talento, así como de un pésimo carácter-, debido a que se cansa pronto de aguantar tal temperamento. Fue entonces cuando su padre firma un contrato de aprendizaje de cuatro a seis años con el maestro Francisco Pacheco para la educación de Diego, que contaba con doce años, el 1 de diciembre de 1610:
Para que el dicho mi hijo se sirva en la dicha vuestra casa y en todo lo demás que le dixéredes e mandáredes que le sea onesto e pusible de hazer, y vos le enseñéys el dicho vuestro arte bien e cumplidamente, según e como lo sabéys, sin le encubrir de cosa alguna... Y en todo el dicho tiempo le ayáis de dar de comer e bever e calsar, e casa e cama en que esté e duerma, sano y enffermo, y curalle de las enffermedades que tuviere, como no pasen de quinze días... Y en fin del dicho tiempo le ayáis de dar un vestido, que se entiende calsón, ropilla e ferreruelo de paño de la tierra, e medias e çapatos, e dos camisas con sus cuellos, e un jubón e un sonbrero y pretina, todo ello nuevo, cortado e cosido a vuestra costa....
En la primavera de 1617, terminado el plazo para realizar estos estudios, Velázquez supera el examen de maestría que le acreditaba como pintor con taller propio. De este modo, estaba capacitado para abrir un taller autónomo y llevar a cabo, como maestro, contratos de aprendizaje o de colaboración con otros artistas. El 23 de abril del año siguiente, Diego Velázquez contraía matrimonio con Juana, hija del maestro Pacheco.
Así pues, en su incipiente maestría, Diego pintaba, por una parte, encargos religiosos facilitados por la influencia de su suegro y, por otra, bodegones o cocinas, en los que intentaba conseguir esa veracidad de lo natural con que las corrientes "Caravaggistas" encandilaban a los artistas primerizos. En sus primeros cuadros, Velázquez suele incluir elementos de naturaleza muerta, como panes, frutas, jarros de vino, verduras y otros objetos inanimados, cacharros de loza o de arcilla y recipientes de metal o cristal, colocados sobre mesas. No obstante, a diferencia de los pintores especializados en naturalezas muertas, Velázquez utiliza estos elementos para narrar una historia en la que aparecen cocineras, criadas o jóvenes que comen y beben con despreocupación. De esta manera, sus cuadros son obra de un niño prodigio, abierto y sensible al estudio de las novedades.
VELÁZQUEZ, D. El conde-duque de Olivares a caballo (c. 1634). |
Empieza, por tanto, una fase en la que ocupará altos cargos en la vida palaciega -Ujier de Cámara (1627), Superintendente de Obras y Aposentador Mayor de Palacio- hasta que se le otorga el título de Caballero de Santiago (1658), honor reservado exclusivamente a los grados más altos de la nobleza.
VELÁZQUEZ, D. El dios Marte (c. 1638) |
La familiaridad que el artista sevillano adquiere por la extraordinaria riqueza de las colecciones españolas, se refleja directamente en la evolución de su estilo personal: del naturalismo oscuro de la época sevillana pasa a la sugestión luminosa de los años maduros; de los rigurosos tonos terrosos pasa a los azules límpidos y al gris plata. Incluso, puede llegar a cultivar una temática profana ocasionalmente, como la historia o la mitología.
En 1628, conoce a Rubens, quien ya había estado en España anteriormente en 1603, cuando se dirigió a Valladolid como diplomático. Durante su estancia en España, visitó las colecciones de pintura de El Escorial acompañado de Diego Velázquez, de quien apreció su modestia. Aunque se temperamentos y gustos opuestos, ambos eran grandes pintores y estaban dispuestos a coincidir en la admiración de los lienzos de Tiziano o Tintoretto.
Velázquez solicita la licencia de su amo y señor para perfeccionar sus estudios en Italia y su concesión llega el 28 de junio de 1629. El 10 de agosto parte del puerto de Barcelona con seiscientos ducados de plata, una medalla con el retrato del rey, varias cartas de presentación y en la misma nave en la que viaja el general don Ambrosio de Spínola, tras su triunfo en el sitio y toma de Breda. Desembarca en Génova, luego llega a Milán y después a Venecia, donde es recibido por el embajador español Cristóbal de Benavides, quien le hospeda en su propia casa. Posteriormente, se dirige a Ferrara, donde es hospedado por el cardenal Julio Sacchetti, poniéndole a su disposición uno de sus criados españoles para que le sirviese y le enseñase la ciudad. Por sugerencia de Sacchetti, Velázquez se encamina a Cento, quizás para conocer a Francesco Barbieri "Guercino".
Más tarde, viajó a Bolonia y, de allí, a Loreto, por motivos religiosos, para finalmente acabar en Roma en enero de 1630 durante un año. Al principio, reside en los mismos Palacios Vaticanos para después alojarse en Villa Médicis. Durante este tiempo, estudia los frescos de Rafael en las Estancias Vaticanas, los de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina y, los dos meses en que estuvo en Villa Médicis, estuvo en contacto con las obras de la Antigüedad, que copia fielmente y que terminaron por formar parte de sus modelos iconográficos. Durante su estancia romana, elabora sus principales lienzos de este periodo: La fragua de Vulcano y La túnica de José. Este primer viaje a Italia, constituye la última fase de su formación.
Desde entonces, el estilo y la técnica de Velázquez no serían los mismos: la inserción en sus pinturas de los modelos estudiados en Italia, la mayor soltura y seguridad de su pincelada, el renovado sentimiento del color y hasta el modo de preparar las telas le abrirán puertas en la búsqueda de la belleza.
VELÁZQUEZ, D. Coronación de la Virgen (c. 1635) |
Estableció su taller en el Alcázar y tuvo ayudantes, entre los que destacan el esclavo Juan de Pareja y Juan Bautista del Mazo. Al mismo tiempo, continuó su ascenso en la corte: en 1633 recibió una vara de alguacil de corte, ayuda de guardarropa de su majestad en 1636, ayuda de cámara en 1643 y superintendente de obras un año más tarde.
Para el Palacio del Buen Retiro -construido en Madrid por iniciativa del conde-duque de Olivares-, Velázquez realiza una serie de soberbios retratos ecuestres de Felipe III, Felipe IV, sus respectivas esposas y los príncipes herederos. Además, se ocupa de dirigir la decoración de las paredes del gran Salón de Reinos, para el que se encargan una serie de grandes lienzos con temas de batallas, con el fin de exaltar los triunfos de la monarquía. A esta serie, pertenece la Rendición de Breda, el célebre cuadro de Velázquez también conocido como Las lanzas.
VELÁZQUEZ, D. La rendición de Breda o Las lanzas (c. 1635) |
VELÁZQUEZ, D. Felipe IV en Fraga (c. 1644) |
En noviembre de 1648, Diego Velázquez parte de nuevo hacia Italia, en esta ocasión, por encargo del rey, en compañía de una embajada extraordinaria enviada al Papa Inocencio X. Su tarea, esta vez, es la de adquirir obras de arte, pinturas originales y estatuas antiguas y, además, acompañar a Madrid a Pietro da Cortona -pintor toscano considerado uno de los mejores especialistas en fresco de la época-, todo ello para decorar las paredes de las distintas salas del Alcázar.
Su navío zarpó de Málaga el 21 de enero de 1649 y, tras una inoportuna tempestad, llegó a Génova el 11 de marzo. De allí, partió a Milán, llegando a Padua y, en mayo, a Venecia, dispuesto a adquirir cuantos cuadros se pusieran a su alcance; en este caso, compró dos tizianos, dos veroneses y un tintoretto. Pasó después por Bolonia, Parma, Roma y, por fin, Nápoles, donde adquiere tres riberas para el Rey. Por otra parte, a pesar de los distintos intentos, Pietro da Cortona no acepta la propuesta de marchar a España, ya que estaba a punto de entrar al servicio de Inocencio X para decorar el nuevo palacio familiar de la Piazza Navona. Es por esta razón por la que se sugiere a Velázquez que acuda a dos pintores boloñeses: Agostino Mitelli y Angelo Michele Colonna, maestros de la pintura al fresco.
Durante su segunda estancia en Italia, Velázquez tuvo tiempo de pintar una serie de retratos de la corte vaticana, así como el de Inocencio X. Además, llevó a cabo La venus del espejo, esbelto desnudo que nos da la espalda, absorto en su propia imagen, mientras un lloroso cupido, con las manos sujetas al cordón de ese espejo.
VELÁZQUEZ, D. La Venus del espejo (c. 1650) |
En junio de 1652, el Rey nombra aposentador mayor a Diego Velázquez en agradecimiento a su labor, pasando por encima de otros personajes importantes de la corte y a pesar del veto de cinco de los miembros de la comisión. Este nombramiento, hace que el pintor forme parte de la alta jerarquía cortesana y que se multipliquen sus responsabilidades en palacio puesto que se trata de un auténtico mayordomo. Durante esta etapa, Velázquez reduce su actividad como pintor, pero logra realizar obras maestras como Las hilanderas -o La fábula de Aracne- o los cuatro lienzos mitológicos para las salas del Alcázar.
Los últimos años de la vida de Velázquez le convierten en un artista obligado a reducir su actividad pictórica a causa de los empeños palaciegos. No obstante, esto no le impide realizar algunos bellísimos retratos para la familia real, en los que perfecciona su técnica, que culmina con el deshacimiento del color en una pincelada casi desmaterializada. Además de repetidos retratos de la joven reina y del rey, cada vez más mayor y preocupado por la suerte del reino, la obra maestra de estos años es, sin duda, La familia de Felipe IV, más conocido como Las meninas, por la presencia de las damiselas que se afanan serviciales en torno a la infanta Margarita.
VELÁZQUEZ, D. Las Meninas o La familia de Felipe IV (c. 1656) |
El 12 de junio de 1658, el Rey envía al gobernador y Consejo de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava y Alcántara una Real Cédula en la que se comunicaba:
A Diego de Silva Velázquez he hecho merced... del hávito de la Orden de Santiago. Yo os mando que, presentándoseos esta mi cédula, dentro de treinta días contados desde el de la fecha della, proveáis para que se reciva la información que se acostumbra, para saver si concurren en él las calidaddes que se requieren para tenerle, conforme a los establecimientos de la dicha Orden; y pareciendo por el que las tiene, le libréis [el] título de dicho hávito, para que yo le firme, que assí es mi voluntad.Sin embargo, para ser admitido debía probar que sus antepasados directos habían pertenecido a la nobleza, sin tener en cuenta judíos ni conversos. Así, el Consejo de Órdenes Militares realizó una investigación sobre su linaje, declarando un total de 148 testigos. Muchos de ellos afirmaron que Velázquez vivía de su trabajo en la corte, no de su pintura. En abril de 1659, el Consejo finalizó la recogida de informes y rechazando la solicitud del pintor al no existir nobleza por parte de su abuela paterna ni sus abuelos maternos. La única opción que quedaba era que el Papa concediese su admisión en la Orden. Así pues, el Papa Alejandro VII, el 1 de octubre de 1659, le otorga este título, y el rey le concede la hidalguía el 28 de noviembre.
El 7 de junio de 1660, se celebra en la Isla de los Faisanes (Guipúzcoa) la entrevista entre Felipe IV y Luis XIV en la que la infanta Maria Teresa pasaría de los brazos del padre a los del esposo. Velázquez, por entonces, Aposentador Mayor, es el encargado de preparar el alojamiento del séquito y de la decoración del Pabellón de la Entrega.
A su vuelta a Madrid, Velázquez enferma. Siente náuseas y escalofríos, está cansado de caminar de noche y trabajar de día, pero se encuentra con salud. Conducido a su casa, el Rey le envía a sus doctores y dictaminan una gravísima enfermedad llamada "Terciana Sincopal Minuta Sutil", es decir, viruela. Le recetan remedios que no sirven de nada y, el 6 de agosto de 1660, Diego Velázquez fallece en Madrid a las tres de la tarde. Sus funerales, celebrados con gran pompa al día siguiente, son la postrera demostración de lo alto que había llegado. Siete días después, fallece Juana Pacheco, su mujer.
Tanto Diego Velázquez como Juana Pacheco, fueron enterrados en la capilla de su amigo Gaspar de Fuensalida, en la iglesia de San Juan Bautista, una de las más antiguas de Madrid. En la actualidad, una pequeña cruz situada en medio de la plaza recuerda al pintor, puesto que José Bonaparte derribó esta iglesia -sin que afectara a la cripta- para crear zonas espaciosas en los alrededores del Palacio Real. Hay teorías que apuntan a que sus restos fueron introducidos en la cripta de la iglesia, junto con los cuerpos de otros ilustres de la época, principalmente primogénitos de casas nobles.
Fuentes
- BARDI, P.M. La obra completa de Velázquez. Barcelona: Noguer-Rizzoli, 1988.
- CAMÓN AZNAR, J. Velázquez. Madrid: Espasa-Calpe, 1964.
- GALLEGO, J. Velázquez. Madrid: Alianza Cien, 1994.
- Museo del Prado.
- VV.AA. Velázquez. En Los Grandes Genios del Arte. Madrid: Unidad Editorial, 2005.
- Wikipedia.
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