Rodríguez Campos, A. Ermita del Cristo de la Vega. |
Aunque conocida popularmente bajo esta advocación, la ermita del Cristo de la Vega tiene su origen en época visigoda, cuando fue una de las basílicas más importantes de Toledo, dedicada a Santa Leocadia, donde se celebraron algunos de los famosos concilios.
La tradición toledana, recogida por todos los autores, asegura que la santa fue enterrada en este lugar, lo que parece verosímil por tratarse de la zona dedicada a cementerios extramuros de la ciudad.
Posteriormente, durante el reinado de Sisebuto (siglo VII), se construiría un suntuoso templo que, según el Padre Mariana, era “de labor muy prima y muy costosa”, en el que se localiza la aparición a San Ildefonso en el año 660.
La importancia del lugar, en esos años, queda demostrada por ser la propia basílica lugar de enterramiento de los más importantes arzobispos toledanos, como San Ildefonso, San Eugenio, San Eladio o San Julián, así como gran parte de los monarcas visigodos. Asimismo, está vinculada a la toma de Toledo por los árabes, pues cuenta la leyenda que, estando los habitantes cristianos de la ciudad celebrando la romería de Santa Leocadia en la basílica, los judíos, a los que perjudicaban gravemente las leyes visigodas, abrieron las puertas de la ciudad a los invasores musulmanes.
A partir del 711, la basílica fue destruida totalmente y el lugar se convirtió en cementerio musulmán hasta 1085. De esta época datan las estelas funerarias en forma de columna, que reciben el nombre de “cipos” funerarios, y que se hallaban esparcidas por el lugar. Dos de ellas, con inscripciones epigráficas, se encuentran empotradas en la fachada de la casa del santero.
Alonso Martín, A. Interior de la ermita del Cristo de la Vega. |
A partir del siglo XVI comienza la decadencia de la Iglesia que acabará convertida en ermita del Cristo de la Vega, a comienzos del siglo XVIII. Ya entonces, la imaginación popular adoptó la primera leyenda con respecto al carácter milagroso del Cristo que tiene desclavado un brazo. Se cuenta que un caballero dio su palabra de casamiento a una joven y después no quiso cumplirla, negando haberla hecho. Acudieron ambos ante el Cristo con testigos, y la imagen bajó su brazo derecho atestiguando la verdad de la joven, con lo que el caballero tuvo que cumplir la palabra dada.
En el siglo XIX, el historiador Sixto Ramón Parro recoge otras dos leyendas en las que varían los personajes, pero no así la conclusión final. En una de ellas los personajes son un judío y un cristiano y, curiosamente, la circunstancia de la consulta al Cristo fue el préstamo del cristiano al judío, cosa que éste negaba. La segunda hace referencia a un duelo entre caballeros junto a las tapias de la ermita, en el cual habiendo caído el provocador, el otro en un acto de generosidad, le perdonó la vida; y, entrando los dos a orar en la ermita, el Cristo bajó el brazo en señal de aprobación del clemente comportamiento.
En el siglo XIX, el historiador Sixto Ramón Parro recoge otras dos leyendas en las que varían los personajes, pero no así la conclusión final. En una de ellas los personajes son un judío y un cristiano y, curiosamente, la circunstancia de la consulta al Cristo fue el préstamo del cristiano al judío, cosa que éste negaba. La segunda hace referencia a un duelo entre caballeros junto a las tapias de la ermita, en el cual habiendo caído el provocador, el otro en un acto de generosidad, le perdonó la vida; y, entrando los dos a orar en la ermita, el Cristo bajó el brazo en señal de aprobación del clemente comportamiento.
La ermita fue destruida durante la guerra de la Independencia por las tropas francesas, excepto su ábside -del siglo XIII-, y se volvió a construir entre 1816 y 1826 mediante una suscripción popular. En 1845, el cabildo cardenalicio instaló el cementerio a la entrada del templo, dedicando su parte izquierda a los canónigos y la derecha a la gente adinerada. Este pequeño cementerio se compone de nichos y no podían alterarse la decoración de sus lápidas, lo que confiere al conjunto una gran uniformidad. Cierra el cementerio una verja de hierro de 1848. En su portada se halla una escultura de Santa Leocadia de estilo renacentista -siglo XVI-, trasladada a este lugar desde la Puerta del Cambrón, pues en cada una de las puertas de la muralla se situaban esculturas de los patrones de la ciudad.
En la segunda mitad del siglo XIX, se levantó frente a la entrada un monumento neomudéjar al Sagrado Corazón. Tanto esta escultura como el Cristo crucificado de la ermita fueron destruidas durante la Guerra Civil de 1936, siendo las actuales del escultor Tomás Gimena Herreros.
En 1956, se llevó a cabo una excavación arqueológica donde se encontraron diversos restos arquitectónicos visigodos y el Credo visigodo en piedra, conservado en el Museo de los Concilios Visigóticos de San Román.
Alonso Martín, A. El Cristo de la Vega. |
Artísticamente, destaca el ábside mudéjar que cuenta con varias peculiaridades. Conserva en el exterior, en el lado de la epístola, restos de policromía y decoración de lacería, siendo este el único caso conservado de un enlucido exterior del mudéjar toledano. Por lo demás, el ábside responde al tradicional modelo toledano, con superposición de cuerpos que se articulaban con arcos doblados o cobijados, de herradura, polilobulados o de medio punto. El interior está recorrido por un friso de arcos entrelazados, ornamentación que no es muy habitual en la decoración de muros interiores.
Como nota curiosa, en esta ermita se han celebrado, al menos desde el siglo XVII, los llamados “Reviernes”, septenario que tenía lugar todos los viernes entre la Pascua de Resurrección y la de Pentecostés; cada uno de esos días había una especie de romería en el lugar. Actualmente, se siguen llevando a cabo estas celebraciones.
A continuación, y para finalizar, os dejamos un vídeo de la Zarzuela en tres actos que narra la leyenda del Cristo de la Vega, también conocida como "A buen juez, mejor testigo". Son casi 25 minutos, pero merece la pena.
A continuación, y para finalizar, os dejamos un vídeo de la Zarzuela en tres actos que narra la leyenda del Cristo de la Vega, también conocida como "A buen juez, mejor testigo". Son casi 25 minutos, pero merece la pena.
Desde NOROGACA, damos las gracias a Alejandro Alonso y a su blog, Rincones de Toledo, por sus maravillosas fotografías del interior de la ermita del Cristo de la Vega.
Fuentes
- LEBLIC GARCÍA, V. El Cristo de la Vega: Apuntes históricos. Toledo: Hermandad del Santo Cristo de la Vega, 2006.
- PARRO, S. R. Toledo en la mano, o Descripción histórico-artística de la magnífica Catedral y de los demás célebres monumentos. Toledo: Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, 1978.
- Rincones de Toledo.
- VV. AA. Arquitecturas de Toledo. Servicio de publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Toledo, 1992.
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