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Los Reyes Magos: Tradición e Historia

Llevaba tiempo sin escribr nada y es que entre unas cosas y otras, tengo el tiempo consumido... Por eso, hoy saco algo de tiempo y se me ha ocurrido que, aprovechando las fechas en las que estamos (víspera de reyes), sería una buena entrada hablar de esto mismo: de la tradición de los Reyes Magos. No estoy cuestionando la existencia de los Reyes Magos, ¡porque claro que existen! La cuestión es quiénes eran realmente esos personajes que, según la tradición, llegaron a Belén con el fin de adorar al Mesías recién nacido y que, en toda España, se han convertido en los visitantes más esperados cada 6 de enero por los más pequeños de cada casa.

Hablar de los Reyes Magos es creer que hablamos de una costumbre cristiana. Sin embargo, se trata de una costumbre pagana absorbida por la Iglesia, por lo que no debe atribuirse esta tradición al hecho bíblico de la entrega de regalos que hicieron estos personajes al niño Jesús. ¿De donde procedían estos enigmáticos personajes? ¿eran realmente tres? ¿De verdad eran Reyes y, además, Magos?

Si tenemos en cuenta que apenas existen pruebas sobre la Natividad, aún menos son las que hacen referencia a los Reyes Magos. De hecho, en la Biblia, no encontramos ninguna referencia que nos permita explicar con seguridad quiénes fueron estos misteriosos personajes, a excepción del Evangelio de San Mateo, en el que se cita a los Reyes Magos:

Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del Rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?
Mateo 2,1-2, versión Reina-Valera 1960
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre Maria, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra”.
Mateo 2,11, versión Reina-Valera 1960
Y esto es todo, no se menciona cuántos fueron ni mucho menos que fueran Reyes. Solamente se habla de sabios o magos.

El término mago procede del griego, magoi, que significa matemático, astrónomo y astrólogo. En aquellos tiempos, la Astrología y la Astronomía no estaban separadas como hoy, ya que se creía que los designios humanos podían conocerse si se estudiaban cuidadosamente las estrellas. Si tenemos en cuenta esta traducción, así como las citas del Evangelio de San Mateo, se puede considerar a los Reyes Magos como hábiles observadores del cielo.

En cuanto al título de monarcas, hay que decir que, allá por el siglo II d.C., el teólogo y abogado cartaginés Tertuliano, basándose en el texto de Salmo Proverbio para Salomón, afirmó que los los sacerdotes astrónomos pueden ser también identificados como reyes de sus países, en este caso, de Oriente. Es con este autor latino con quien aparece la figura del rey viejo, Melchor, al que admiran muchos niños en la actualidad.. En los siglos siguientes, la visión monárquica de estos magos fue imponiéndose hasta llegar a nuestros días.

A diferencia de los magos que ya se encontraban dispersos en tierra de Israel y todo el mundo helénico, el énfasis que se emplea al decir “de Oriente”, marca un cambio de connotación: evocar a un personaje asociado con el Oriente, distinto a los sabios convencionales de Israel (los rabinos), que además conociera las profecías mesiánicas y fuera una autoridad bíblica para el lector judío, ya que se acepta a nivel general que el Evangelio de San Mateo iba destinado a los hebreos.

Hay que tener en cuenta, además, el significado que tenía el Oriente para los judíos: Babilonia. Así pues, según esto, la figura de los magos, en arameo, vendría a ser los llamados “Doctores Babilónicos de la tradición oral” que perduraría hasta bien entrado el siglo VIII d.C. en Babilonia. De este modo, estos personajes habrían sido guiados por Dios hasta el Mesías, no según la famosa estrella como hasta ahora se ha entendido, sino que esa estrella era el mismo Mesías según el lenguaje judío y midráshico contemporáneo.

Por otra parte, el número de Reyes Magos tampoco queda establecido. En distintas representaciones iconográficas realizadas en templos durante los siglos III y IV aparecen dos, tres y hasta cuatro magos. Otras fuentes cristianas (sirias y armenias) pensaron en doce Reyes al relacionarlos con las doce tribus de Israel o con los doce apóstoles. Los cristianos egipcios creían que eran sesenta. En el siglo III, el teólogo Orígenes indicó que los Reyes Magos eran tres. Al fin y al cabo son tres los regalos que se nombran en el Evangelio de San Mateo: oro, incienso y mirra. En el sirio y apócrifo Evangelio de la Infancia se dice que eran tres hijos de Reyes y además adoradores del fuego y de las estrellas lo cual al menos nos deja con cierta confianza al entender que algo sabrían de Astronomía.

¿Y de donde venían? Tradicionalmente, se considera que eran babilonios, entre otras cosas por algunos puntos en común con el pueblo judío y porque el resto de Israel estaba rodeado por el Imperio Romano. Sin embargo, muchos investigadores establecen su origen en Persia, partiendo de la base de que muchas leyendas que contiene hoy en día la Navidad, proceden de costumbres anteriores al cristianismo, como por ejemplo, la ofrenda del oro.

Algunas pinturas afianzan también esta perspectiva. Tal es el caso de una de las más conocidas, la existente en un mosaico situado en la Iglesia de San Apolinar el Nuevo, en Rávena (Italia), donde se observa a los tres reyes (ninguno de piel oscura) con una indumentaria persa compuesta por capa y gorros frigios, característicos por su punta inclinada hacia delante. Además, es aquí donde aparecen por primera vez sus nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar. El monje benedictino Beda, en el siglo XVI, describió en un códice que el tercer rey venía de África, y no de oriente, como había sido históricamente por las Sagradas Escrituras.

Mosaico de San Apolinar Nuovo (Rávena, Italia).
En relación a la leyenda, la más difundida narra que venían de Oriente, siendo tres, e iban guiándose por una estrella que les condujo hasta Belén (la famosa estrella de Belén). Allí, encontraron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciéndole oro (representando su naturaleza real, como presente conferido a los reyes), incienso (representa su naturaleza divina, empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús). Previamente, los reyes se habían cruzado en su camino con el rey Herodes el Grande, en la ciudad de Jerusalén, quien astutamente les conminó a que, a su regreso, les diera noticia del sitio exacto donde se encontraba el niño y, de este modo, poder ir él también a adorarle. En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó más tarde la matanza de inocentes. La historia cuenta cómo un ángel se apareció a los tres reyes magos advirtiéndoles del peligro que corría Jesús si hacían caso de la petición de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo camino.

Sólo por el hecho de que el relato evangélico indicara el ofrecimiento de tres dones (oro, incienso y mirra), se estipuló que eran tres los personajes los que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran cuatro, siete y hasta doce, como las doce tribus de Israel o los doce Apóstoles, como aparece mencionado más arriba.

Poco a poco, la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, representantes de las tres edades del hombre y representantes de los tres continentes (Asia, África y Europa).

La llegada de los Reyes Magos es un tema tratado también en los Evangelios apócrifos (del latín “apokryphu”, que significa oculto, secreto). Según la tradición esotérica aplicada al cristianismo, estos personajes procedían del lugar donde se encontraba el Preste Juan, personaje muy popular en la Europa de los siglos XII-XVII. Se cree que fue un patriarca, sacerdote y rey cristiano que dirigía una nación cristiana aislada entre musulmanes y paganos en Oriente. Los anales escritos de este reinado consisten en colecciones de fantasía popular medieval, donde se cuenta que descendía de los tres Reyes Magos, y era un mandatario generoso y un hombre virtuoso, regiendo un territorio lleno de riquezas y extraños tesoros, donde se encontraba el Patriarcado de Santo Tomás. Además, se cuenta que su reino contenía maravillas como un espejo a través del cual podía ver todas sus provincias.

Otra leyenda cuenta que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los encontró en Saba, donde recibieron el bautismo y fueron consagrados obispos. Posteriormente, fueron martirizados en el año 70 y depositados en el mismo sarcófago. Los restos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena. Más tarde, Federico I Barbarroja, en el siglo XII, los trasladó a Colonia, donde hoy reposan con las coronas que supuestamente llevaron durante su existencia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia, lo que propició que, en 1248, se iniciara la construcción de la catedral de Colonia, que tardarían más de 600 años en acabarla. Hoy en día, es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa. Colonia se ha convertido junto con Roma y Santiago de Compostela en uno de los grandes centros de peregrinación. Allí se supone que están sus restos óseos envueltos en seda después de muchos hurtos, viajes y concesiones por distintos templos de Europa a lo largo de los siglos. 

Arqueta gótica con las supuestas reliquias de los Reyes Magos, en la Catedral de Colonia.
Igualmente, existen leyendas que hablan de un cuarto rey mago, Artabán. Se llamaría Ogamyer Otraucle en la tradición rusa, quien, según algunos testimonios, se equivocó de estrella, siguió a la que no debía, y se perdió por el camino, por lo que nunca llegó a reunirse con los otros tres Reyes Magos. Artabán era el rey mago encargado de regalar joyas al Niño Jesús. El escritor Henry Van Dyke popularizó su historia la publicar la novela "The story of the other wise man" (1896).

Con el tiempo, en países de tradición católica, se adoptó la costumbre de celebrar al mismo tiempo el día de la Epifanía y la festividad de los Reyes Magos, ambos el 6 de Enero, conjugándose así la manifestación de Jesús al mundo no judío con la fiesta de estos personajes que representaban justamente ese mundo de gentiles. Poco a poco, se fue olvidando el significado verdadero de la palabra epifanía y la convirtió en un sinónimo de adoración de los Magos.

Fuentes:

4 comentarios:

  1. El cuarto Rey Mago en realidad no se llamaba Artabán y no se perdió con las joyas. En realidad se llamaba Urdangarín... XD

    Muy interesante; algunas partes ya las conocía, pero otras las acabo de descubrir.

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  2. Jajajajaja!! Qué cosas tienes, Borjita!!

    Yo tampoco sabía algunas, pero al ponerme a indagar desde cuando existe esta tradición (obviamente desde tiempos de Jesús pero sabes que me gusta mucho investigar cosas así), me encontré con todas estas cosas :)

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  3. Muy muy interesante. Conocía bastante poco sobre esta tradición, pero ahora me han quedado un montón de cosas claras. Me ha encantado esta entrada como también me encanta celebrar esta tradición.

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  4. Hola,

    He conocido este blog a través del 20 Minutos y me ha llamado mucho la atención esta entrada.

    Os invito a entrar en el enlace siguiente:

    http://josearnedo.blogspot.com/2011/12/jesus-mosterin-historia-del-pensamiento_30.html

    Es un resumen de un excelente libro de Jesús Mosterín sobre el cristianismo... espero que os guste!

    Un saludo,

    Jose


    [...]
    El planteamiento helenizante (y de vocación universal) de Pablo triunfó sobre el hebraizante del hermano de Jesús (Jacobo) tras la caída del templo de Jerusalén. Muchos dogmas principales del cristianismo (Trinidad, Pecado Original) surgieron posteriormente, al tratar de conciliar la filosofía clásica (Platón) con la fe. Con el interés por el mundo (comercio; ciudades) el Aristotelismo se integró en el pensamiento cristiano, hasta nuestros días.

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